Toxina botulínica

La toxina botulínica es una neurotoxina que procede de la bacteria Clostridium botulinum. Es utilizada en pequeñas dosis con fines terapéuticos y estéticos, ya que cuenta con la capacidad de relajar los músculos y reducir la apariencia de arrugas y líneas de expresión de la piel.
Una de las zonas faciales en las que se aplica este tratamiento es en las arrugas de expresión del tercio superior del rostro, entrecejo y patas de gallo, llegando a eliminarlas de manera fácil y sin complicaciones. Lo que se logra es paralizar la musculatura, y con ello las arrugas dinámicas dejarán de marcarse, consiguiendo con ello eliminarlas. El tratamiento es muy eficaz y seguro, y se lleva a cabo a través de la infiltración en el músculo, mediante pequeños pinchazos (prácticamente imperceptibles), con una aguja muy fina.

Las arrugas estáticas que se queden tras el tratamiento se irán disimulando posteriormente debido a que al permanecer sin movimiento, se irán regenerando por sí solas.

El bruxismo es una patología que también podemos tratar con la toxina botulínica. Gracias a ella, se relajarán los músculos maxilofaciales, y no solo se podrán solucionar los daños bucodentales que pueda estar causando el bruxismo en sí por la fuerza de la contracción del músculo masetero, sino que conseguiremos también reducir el tamaño de dicho músculo (un resultado combinado). Estéticamente, al reducir el tamaño del músculo conseguiremos un rostro mucho más afinado y armónico.

La sonrisa gingival es una alteración facial que se define por la exposición excesiva de las encías al sonreír, y que también puede ser tratada mediante el uso de toxina botulínica, evitando de esta manera que los músculos elevadores del labio superior de la boca enseñen las encías de manera excesiva y poco estética.

La hiperhidrosis es un exceso de sudoración que afecta, especialmente, a las palmas de las manos y los pies, las axilas o la cara, provocado por una sobreactividad de las glándulas sudoríparas de estas zonas del cuerpo. Suele iniciarse en la infancia o pubertad y normalmente dura toda la vida. Una vez más, gracias a la toxina botulínica conseguiremos corregir esta sudoración durante un período que ronda los seis meses. Es un tratamiento altamente demandado debido a que provoca inseguridades sociales, y su resultado es muy satisfactorio.